La marcha oscura - Iturrama BHI - Ikasnova
La marcha oscura - Iturrama BHI
La marcha oscura
10/06/2025
ITURRAMA. El 22 de mayo de 1938, en plena Guerra Civil, 795 personas huyeron del fuerte de San Cristóbal (Ezkaba), una prisión militar franquista situada en lo alto del monte. Ochenta y siete años después, el alumnado del Instituto Iturrama recorrió ese mismo camino, desde el cementerio del norte hasta el fuerte, como homenaje a quienes intentaron recuperar su libertad enfrentándose al hambre, al miedo y a las balas.
Aquella marcha no fue un simple recorrido físico. Para quienes la vivieron, supuso un acto de memoria, una manera de escuchar el eco de los pasos perdidos entre árboles, hojas y piedra. A lo largo del trayecto, el monte pareció guardar un silencio lleno de significado, como si recordara y susurrara los horrores del pasado. Algunos afirmaron que los árboles hablaban, que el aire estaba cargado de historia, que el bosque no olvida.
El historiador Fermín Ezkieta les acompañó en parte del camino. Explicó que la ruta actual, conocida como GR 225, recibe ese nombre la ya histórica fecha: el 22 de mayo. Solo tres personas alcanzaron la libertad. El resto fue capturado, asesinado o murió en condiciones inhumanas. Por eso, este camino no solo representa una fuga, sino también la dignidad, la resistencia y la voluntad de vivir.
La subida fue dura. El calor pesaba sobre los cuerpos y los pensamientos. Durante el ascenso, apenas se oían voces. Solo las pisadas, los pájaros, alguna rama rota. En ese silencio caminaban también las preguntas: ¿cómo soportaron ellos el frío, el hambre, el dolor? ¿Qué sentían al correr sin rumbo fijo, sabiendo que podían morir en cualquier momento? En los rostros que vieron más tarde en las fotografías del fuerte, había miedo, pero también esperanza.
Al llegar a la cima, se encontraron con la profesora Ane, que había hecho el recorrido con un grupo anterior. Poco después, saludaron a otro grupo que llegaba desde el cementerio, lugar donde cada año se descubren nuevas fosas. Allí mismo, uno de los nietos de un fugado leyó una carta emocionada. Recordó que detrás de cada historia hay un nombre, una familia, una vida interrumpida. Sus palabras conmovieron a todos.
No era la primera vez que el alumnado escuchaba hablar de este tema. El curso anterior habían leído en clase sobre Maravillas Lamberto, la niña asesinada en 1936. Sabían que el Gaztetxe de Iruñea llevó su nombre como un gesto de memoria viva. Esta vez, sin embargo, comprendieron más profundamente el valor de nombrar y recordar. De dar rostro a quienes fueron silenciados.
Uno de los estudiantes escribió después: “el monte calla, pero guarda”. Y eso parecía cierto. La memoria dormida bajo las piedras solo despierta cuando alguien se atreve a recorrerla con respeto. Aquella caminata no solo les enseñó historia. Les permitió sentirse parte de ella. Caminaron por justicia, por dignidad, y también por su propio presente, conscientes de que el olvido también es una forma de violencia.
Porque la historia no solo se lee.
La historia también se camina.
Aner Chafeé Rodríguez eta Beñat Izko
https://www.youtube.com/watch?v=qng2y7A2RBg&t=139s